Cuando viajo, mi brújula es el tatuaje.

















Su búsqueda me hace recorrer el mundo, me guía hacia los pueblos, hacia su gente, su cultura. Allí donde me lleva, la piel es un medio habitual de comunicación, crudo y sincero, que el hombre ha desarrollado y que practica de una forma todavía cercana a sus orígenes. Del tatuaje he hecho mi vida. Siempre estoy rozando lo que de él se desprende: dolor, deseo, transformación, sangre, vida, sacrificio…
“No hay nada tan profundo como la piel”, dijo Paul Valéry. Pero ¿cuál es realmente la profundidad de la piel? Nadie me daba respuestas. Por eso viajo.