Myanmar

MyanmarMyanmar o Burma (antigua Birmania), situada en pleno continente asiático y en medio de dos civilizaciones milenarias, la China y la India. Con una extensión de 678.500 km2 y con una población de 48 millones de habitantes. El 90% de la población practica el budismo, que está muy presente en todas las formas de la vida birmana: la música, las construcciones religiosas, los monumentos, los colores, etc.

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Burma tiene por lema «La felicidad se encuentra en una vida armoniosamente disciplinada». Y esto es algo que se respira con facilidad en este rincón del sudeste asiático. Este país intenta salir de una profunda crisis social a causa de la pobreza y la dura represión que durante años tuvieron que soportar, especialmente algunas de las minorías étnicas birmanas como los Karen, a los que pude visitar durante mi viaje. Actualmente y desde hace poco más de dos años la situación ha mejorado pero aún podemos encontrar muchas tensiones entre el gobierno central birmano y algunos de estos pueblos que luchan por defender su cultura propia.

Burma es espiritualidad, amor, belleza, magia
País de mujeres vivas, fuertes, morenas, guapas
País de interminables hileras humanas de monjes budistas, ordenados y pausados, todos ellos correctamente vestidos con sus túnicas anaranjadas y las cabezas redondas y rapadas
País inundado por cientos de templos, muy bellos
País de tatuajes únicos, poderosos y siempre espirituales

Llegué en avión a Rangún, al sur del país. A los pocos días me trasladé a Mandalay, ciudad ubicada en la zona central del país, y que me serviría de eje para mis desplazamientos. Mi viaje me llevaría mucho más al norte, camino a remotas zonas rurales en busca de fascinantes tatuajes tradicionales.

Si pronuncias el nombre de Mandalay suavemente y con los ojos cerrados ya percibes como de mágica es esta ciudad.

En sus calles, plazas, templos… Los hombres lucen grandes tatuajes birmanos. Son de una sola pieza y nacen en la cintura, terminando justo después de las rodillas; me recuerdan a unas medias bordadas llenas de medallones. A veces llevan pequeños tatuajes en los brazos y el pecho, nombres, frases, y muy común era la figura del tigre, animal de poder.

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Continué mi viaje más hacia el norte a través de pequeños pueblos hasta llegar a Thipaw, donde mi ilusión era poder encontrar y conocer a un legendario guerrero Shan. En Thipaw me sorprendió la gran cantidad de tatuajes que llevaban la gente joven. Principalmente de escritura, frases y nombres que se entrecruzaban unos con otros, produciendo una interesante mezcla de geometría y caligrafía.

Eran pequeños deseos, ruegos o agradecimientos escritos en lengua pali o sánscrito.

Uno de los motivos que provocaron mi viaje hasta Burma fue precisamente mi interés por conocer a estos invencibles guerreros, de los que ya pocos quedan con vida. Usaban el tatuaje como protección, como si de una coraza de acero se tratara, cubriendo su cuerpo de tatuaje negro. Acompañada de un guía y un remero nos remontamos río arriba, buscando al mítico guerrero. ¡Y lo encontramos!

En el interior de una pequeña y oscura casa nos esperaba el que antaño fue un joven guerrero, aún orgulloso de sus tatuajes y muy contento de nuestro interés por su historia. No podía ser mas feliz. Pude acariciar su armadura de “metal”, su piel negra…

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Vivía con su hija y ella nos contó que su padre, de unos 90 años, su abuelo y todos sus antepasados, habían sido guerreros invencibles gracias al tatuaje que les cubría el cuerpo. Recuerda que le contaron que sobre los 14 o 15 años se iniciaba el tatuaje, considerado un ritual mágico símbolo del paso de joven a hombre-guerrero. Se empezaba por los brazos y luego se bajaba por el resto del cuerpo, dejándose sin tatuar solamente cara, manos y pies.

La realización de estos tatuajes eran muy laboriosa y lenta, punto por punto, sin un espacio en blanco, solamente negro. El instrumento que utilizaban para tatuar era de metal y finalizaba en forma de aguja gruesa. Estos guerreros son, aún hoy, hombres muy venerados por la comunidad y muestran con orgullo su tatuaje-coraza, signo de fuerza y poder.

Único y fascinante mi encuentro con los Shan.

A partir de aquí, y a medida que avanzaba mi viaje, me percaté que en otros poblados también encontraba hombres con pequeñas zonas tatuadas negras-compactas similares a los Shan, reminiscencia de su importancia. Estas personas también creían que con estos tatuajes su cuerpo se encontraba mejor protegido ante la adversidad, y que así podían resguardarse de las picaduras de las serpientes, de las armas blancas, etc

Después de visitar a este guerrero Shan, me propuse llegar a conocer a una mujer Chin o “mujer azul”.

Para conseguirlo tenia que llegar a Chin State, una provincia de Myanmar que había permanecido cerrada al turismo durante muchos años, y que ahora

se ha abierto hace tan sólo diez meses al turismo! Pero por aquellos días el territorio estaba cerrado. En Myanmar esto es algo muy común. Hay determinados estados o divisiones territoriales en las que los extranjeros no podemos movernos libremente, provincias enteras cerradas a los ojos de los extraños. El motivo oficial es que son zonas “no seguras”, tanto por asuntos políticos como por temas naturales. Para visitarlas necesitabas obtener un permiso especial. Después de intentarlo unos 12 días o más, solo conseguimos que nos dejaran entrar en este territorio a cambio de una suma elevada de dinero y con transporte y guías del estado. No era esto lo que yo deseaba!.

En el camino hacia Chin State, no pude evitar pararme en la majestuosa Bagan, una árida región donde se levantan, uno tras otro, centenares de templos budistas que nublan una interminable llanura. El espectáculo es increíble, una imagen bucólica y hermosa.

Entiendes cada vez más el tatuaje dentro de la cultura birmana al ver dentro de los templos como sus imágenes llevan, pintados o esculpidos, los tatuajes tradicionales birmanos.

Una vez salí de la mágica Bagan, mi táctica para conseguir llegar a conocer a una “mujer azul” consistió en ir acercándome poco a poco hacia los límites de este territorio prohibido de los Chin. Finalmente conseguí encontrar a una de estas mujeres. Contactar con ella fue una de las sensaciones más hermosas que recuerdo de este viaje. Estaba con toda la familia, me hicieron entrar en su casa, me dieron de comer… Todos hablaban y reían, y aquello se convirtió rápidamente en una fiesta.

Con la mirada las dos nos reconocimos como mujeres tatuadas y esto siempre es precioso e inexplicable.

La pequeña población se llamaba Kyok, y la mujer Thang Hleg, de unos 50 años. Ella es una de las llamadas “mujeres azules” por su tatuaje tradicional en el rostro. ¡¡Su rostro es de color azul!!

MyanmarDona blava de Myanmar

Completament tatuada per milers de punts fins i tot a sobre les parpelles. Als 10 o 11 anys és quan se’ls fa el seu primer i únic tatuatge. El xaman del poble és l’encarregat de realitzar el tatuatge, primer provoquen una ferida a la pell per després escampar i refregar per sobre un tint negre que no netejaran i deixaran assecar durant uns dies. Passat aquest temps, netegen la cara de la nena per eliminar el tint sobrant, de manera que la resta de la tinta s’haurà introduït a través de les ferides a la pell i al cicatritzar, deixaran un color blavós per sempre.

Thang Hleg és l’última dona tatuada de la seva família. La seva mare i l’àvia portaven el tatuatge però les seves germanes petites i les seves filles ja no el llueixen. Em fa notar que està molt orgullosa de portar-lo, perquè denota a quin poble pertany. És una tradició que es va perdent a causa, sobretot, de la persecució i la repressió que han patit durant molts anys ètnies com la seva. Cal recordar que aquest tatuatge va ser prohibit, pel règim socialista birmà en la dècada de 1960, data que marca la gradual desaparició d’aquest ritus, sobretot després del pas dels missioners cristians per convertir a les comunitats animistes.

Canvi de rumb i em dirigeixo al llac Inle a la recerca d’un carismàtic tatuador. Reuneixo informació sobre aquest home, que viu a Nyaung Swe (Yawnghwe), ciutat situada a la vora del llac. Es tracta d’un tatuador-astròleg, una mena de xaman que té els seus propis ritus ancestrals a través dels quals entén i practica el tatuatge des d’una perspectiva tan única com especial. La gent acudeix a la recerca de la seva saviesa, la qual és transmesa de pares a fills.

Aquests savis, experts en l’estudi de les estrelles, procedeixen amb un ritual absolutament increïble, propi d’un mag que busca conjurar la màgia dels elements per portar-la fins a la pell dels seus visitants. La cerimònia del tatuatge comença amb uns petits paperets on aquest escriu el seu nom i el de la persona que va a tatuar, i tot seguit, els crema.
Els dibuixos i escrits que tatuarà són el resultat de la carta astral que realitza exprés per a cada persona, com també el dia i l’hora exacta per fer el tatuatge, la seva ubicació en el cos, el material en que esta fabricat l’instrument per tatuar i també el curiós nat que va muntat sobre l’eina. La tinta és molt important li vaig preguntar diverses vegades com l’elaborava i al final va acabar per ensenyar un dels seus secrets més ben guardats. Apassionant!! Va treure un petit cistell de palla amb cura i molta delicadesa, i va anar traient petits paquetets que els desembolcallava lentament un per un, m’explicava amb veu baixa alguns dels ingredients que utilitzava per a les seves tan cuidades “receptes”: purpurina, pols d’or, carbonet, encens, dents de porc, petits animalons dissecats, (vaig reconèixer sargantanes assecades)…

Per poder fer una barreja fluïda utilitza la bilis de diferents peixos. M’explica que això aporta la “màgia de la protecció” i després, quan ja té tota la mixtura acabada la introdueix dins d’una canya de bambú que enterra durant un mes aproximadament.

En la seva petita i humil cabana també em va mostrar un gran tresor: el seu llibre de tatuatges, una mena de “llibre mestre” amb dibuixos, per a mi estranys però fascinants, no podies deixar de mirar-los, com si tinguessin un poder hipnòtic. Fets a mà i a dos colors: vermell i negre, i acompanyats d’escriptura pali. Les pàgines del llibre tenien forma d’acordió i unes boniques tapes dures. Anteriorment, en un petit poble prop de Thipaw, havia trobat un altre tatuador, que no era astròleg, però que també posseïa un imponent llibre molt semblant a aquest.

Abans he esmentat que la seva eina de tatuar posseïa un nat. Vull explicar-vos dels nats que són petites figuretes religioses o cerimonials, a les que veneren i cuiden com als seus propis fills i a les que, constantment, presenten ofrenes. Aquests astròlegs tatuadors són, de fet, els únics que fan servir els nats per tatuar, els quals encaixen en la part superior del seu instrument i que seleccionen acuradament. L’eina de tatuar (feta en or, plata o ferro) està formada doncs per 3 elements: l’agulla, el mànec i el nat.

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Prop del llac Inle es troba l’estat de Kayah, el “país de les dones girafa” o les padaung, el seu nom en birmà, qualificatiu que detesten. Pertanyen a l’ètnia Kayan (o Karen), un dels molts grups ètnics que viuen en aquesta zona que fa frontera amb Tailàndia. És en l’actualitat, també un territori prohibit per als turistes, pel que vaig haver d’acceptar que hauria de buscar una altra vegada entre els pobles veïns.

Les vaig trobar. Els seus colls alts les fan semblar arrogants i fins i tot distants. I és que el conjunt d’anells de llautó en espiral que porten al voltant del coll, braços o cames les fa adoptar una imatge altiva. Res més lluny de la realitat, són dones senzilles però si molt coquetes, que sempre que poden fan servir molts accessoris com arracades, mocadors de colors, flors ….
Aquesta és una pràctica que la inicien ja des de ben petites, aproximadament als 5 anys, i que consisteix en anar pressionant a poc a poc la clavícula mitjançant l’addició d’anells, fent que sembli que tenen el coll més llarg. El nombre màxim d’anells que poden portar és de 25, i poden arribar a un pes de fins a 8 quilos.

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Aquestes dones em van explicar una mica com era el sistema que seguien:
– Amb 9 anys: arriben als 14 anells.
- Amb 14 anys: arriben ja als 19 anells.
– Amb 19 anys: es posen anells més gruixuts mantenint el nombre aconseguit.
– Amb 24 anys: Es posen 6 anells extres a la part inferior del coll, però aquests són mòbils, al contrari que els que porten fins llavors que són rígids. La funció que tenen aquests últims ja no és la de seguir amb el procés d’estirament del coll, sinó que serveixen per reforçar encara més la imatge del coll llarg.

Cap d’elles no es va queixar en cap moment d’aquests anells ni dels seus efectes, però a mesura que passava temps conversant-hi, m’anava adonant que tenien certes limitacions. Al girar el cap havien de rotar tot el cos, moviments lents, no poden doblegar el coll per la qual cosa els és difícil veure per on caminen i també vaig observar que algunes tenien petites ferides a les zones que envoltava el coll i a les espatlles, que tapaven amb compte amb alguns mocadors. Elles no veuen aquesta pràctica com un signe d’esclavitud o de dominació, sinó que la preserven com un signe de bellesa i d’identitat.

Aquestes dones són autèntiques padaung, nascudes i criades en territori birmà a diferència de les dones que “s’exposen” en alguns llocs del nord de Tailàndia, que fugien de les polítiques repressives del govern central, trobant en territori Tailandès una sortida fàcil i propera. Un cop aquí, van estar certament desprotegides, i van passar d’un govern repressiu a un altre d´abusiu, que les utilitzava com a reclam turístic sent pràcticament “exposades” com a mercaderies.

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Aquesta és una història recurrent, que es repeteix en altres ètniques d’altres països on també són reprimides les seves pràctiques tribals, fins que els seus governants entenen que és més productiva la seva explotació turística que la seva repressió totalitària.

Em dol tant en el cor.
Myanmar, em va entrar molt profundament per no sortir mai més, van ser dos mesos viscuts minut a minut, respirant curiositats, aprenent-ne tant d’ells.
Tornaré.